En Reconquista al 200 encontramos esta obra de gran valor, no solamente arquitectónico, sino tambien histórico.
El predio en el cual se ubica la iglesia, fue cedido a los frailes mercedarios desde la fundación de la ciudad. Se realizaron modificaciones al edificio original, de paja y barro, para que se transformara en lo que actualmente es, colocándose su piedra fundamental en 1721.
Entre las imágenes se destaca el llamado Señor de la Humildad y la Paciencia, ubicado a la entrada y a la derecha. Un aborígen llamado José descubrió un día un árbol y pensó que podía tallar (de su tronco) una imagen de Cristo, que es la que se encuentra actualmente en el lugar.
La Merced fue también escenario de muchos acontecimientos ocurridos en el país. En 1807, durante las Invasiones Inglesas, el lugar fue ocupado por las fuerzas defensoras de la ciudad. Como pasó con otras iglesias, los claustros del convento fueron habilitados como hospital de sangre, hecho que se repitió en 1827 durante la campaña militar contra Brasil.
Otra historia curiosa e interesante es la que protagonizan el hijo de Napoleón y su pequeña hija. El 9/5/1847, arribó a Buenos Aires el hijo de Napoleón Bonaparte y de su amante, María Waleska, junto con su esposa embarazada y a punto de dar a luz. El gobierno francés lo había enviado a negociar con Juan Manuel de Rosas.
Estando en la ciudad, su esposa dio a luz en forma prematura a una niña. Debido a la debilidad de la misma, recién un mes después pudieron bautizarla en la Iglesia de la Merced.
De todas formas, la niña falleció 20 días después. Se cree que está enterrada en el Cementerio de la Recoleta.
En mayo de 1942, el convento fue declarado Monumento Histórico Nacional.
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