El Obelisco, una pirámide egipcia de 67 metros de altura diseñada por
el arquitecto Alberto Prebisch, fue construido en conmemoración de la
segunda fundación de Buenos Aires y se erige donde 470 años atrás estuvo
el precario y grueso madero sobre el que juró, apoyando su espada, Don
Pedro de Mendoza.
Asimismo, recuerda el sitio exacto donde flameó por primera vez la
bandera nacional, en la torre de la iglesia de San Nicolás, el 23 de
agosto de 1812, donde hoy está la Plaza de la República, en el cruce de
las avenidas Corrientes y 9 de Julio.
La idea de Prebisch, arquitecto precursor del modernismo en la
Argentina, fue resolver con elegancia y monumentalidad el triple cruce
de estas dos importantes avenidas porteñas, a las que se agregaba la
reciente Diagonal Norte.
La construcción, que adoptó la tradicional forma geométrica de origen
egipcio demandó 680 metros cúbicos de cemento y 1360 metros cuadrados de
piedra blanca y costó unos 200 mil pesos moneda nacional, durante la
presidencia de Agustín P. Justo.
Los 150 obreros que levantaron el Obelisco y su diseñador debieron
sortear la dificultad del paso de los túneles de las líneas de subte C y
D, para lo que recurrieron a avanzadas técnicas de construcción
mediante el emplazamiento de bóvedas en su fundamento.
Técnicamente, el edificio es una estructura hueca con una sola puerta de
entrada y cuatro ventanas en su cúspide, a la que sólo se puede llegar
por una escalera recta, de aproximadamente 200 escalones.
Su interior dispone de iluminación eléctrica. Y aunque resulta
invisible dada su altura, el Obelisco está provisto de un pararrayos
muy pequeño, cuyos cables corren por el interior.
(Nota: La Nación)
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