Desde los tiempos de la revolución industrial, la energía es un 
elemento clave para producir, construir o moverse. En Buenos Aires, usar la electricidad comienza en 1887 con la creación de
 la Compañía General Eléctrica de Buenos Aires y se generaliza en 1912. 
Por ese tiempo, la instalación de usinas pasó a resultar imprescindible.
Fue
 en ese año, cuando la Compañía Italo Argentina de Electricidad (CIAE) 
logró una concesión por 50 años y terminó con el monopolio que tenía la 
CATE (Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad). Pero a 
diferencia de esta empresa, "la Italo" construyó usinas que, con una 
estética atrayente, se metieron en el paisaje porteño. 
La que 
siempre se destacó es la que aún se conserva en Pedro de Mendoza y 
Benito Pérez Galdós, en La Boca. El edificio original empezó a construirse en 1912 y 
se terminó e inauguró en 1916. Fue diseñado por el arquitecto Giovanni 
Chiogna, un hombre nacido en Trento, Italia que, como tantos 
compatriotas, un día se embarcó en Génova en el vapor Formosa  y 
recaló en esta Buenos Aires “per fare l’America”. Chiogna traía la 
impronta de Camilo Boito, un predicador del estilo románico gótico que, a
 fines del siglo XIX, era casi un emblema para los italianos.
Con 
ese estilo propio de los municipios medievales (asentado sobre una base 
de piedra, con paredes de ladrillo a la vista, ventanas con arcos de 
medio punto y hasta con una torre con reloj, digna de cualquier palacio 
de Florencia) el gran edificio de la usina boquense producía energía de 
alta tensión y estaba acompañado por otras cuatro estaciones intermedias
 (Montevideo 919, Tres Sargentos 320, Moreno 1808 y Balcarce 547) y 
otras muchas conocidas como “subestaciones estáticas”, ubicadas en 
pequeños lotes de la ciudad y el conurbano (alrededor de doscientas).
La usina de Pedro de Mendoza 501 funcionaba a 
vapor, que se producía con carbón, y hasta tenía canales subterráneos 
desde donde llegaba el agua del río para refrigerar a los generadores. 
Aquel diseño elegante fue el que permitió a la Italo instalarse en 
una zona urbana sin que hubiera quejas de los vecinos. Y hasta se 
conocieran elogios como aquel publicado tras la inauguración donde se 
destacaba “la acertada y armónica aplicación de un estilo puramente 
italiano”. Años más tarde, la empresa construiría la usina de Puerto 
Nuevo, pero con otro diseño diferente a los propuestos por Chiogna. 
Hacia 1990 todos los edificios de la ex Italo que estaban en la Capital 
pasaron a la Ciudad. 
Como curiosidad: en 1905, en ese
 terreno de Pedro de Mendoza y Benito Pérez Galdós estuvo la cancha del club Independencia Sud, el lugar en el que un club
 recién fundado jugó sus primeros partidos como local. Era Boca Juniors 
que en esos tiempos usaba una camiseta rosa (aún no había adoptado el 
azul y oro) y La Bombonera ni siquiera era un proyecto. Este es el pasado. ¿El futuro? la Usina del Arte, con una sala para conciertos filarmónicos con capacidad para 1.200 personas y otra para orquestas de cámara  con 400 butacas. 
(Nota: diario Clarin 21/05/12)
 


 
 

 
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