POR QUE NOS ELIGEN

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martes, 9 de septiembre de 2014

Mi cielo...

Jerónimo le había dicho a su mamá, una y mil veces, que el cielo ya no estaba allí… pero su mamá no le creía. Al principio se rió, luego se puso seria y finalmente le dijo que se callara de una buena vez… tal y como hacía siempre que se enojaba con él.

Jerónimo se calló, sí. Pero su corazón siguió llorando por dentro.

Todos los días, cuando se despertaba, lo primero que hacía era asomarse a la ventana de su cuarto y saludar al cielo, el pedacito de cielo que se vislumbraba desde su departamento.
Un cielo celeste a veces, con alguna nube otras, lluvioso…

Cuando estaba en casa, muchas veces se acordaba de su amigo el cielo y se asomaba a mirarlo, a saludarlo.
A la noche, cuando se iba a dormir, era el cielo quien le contaba historias a través de la magia de sus estrellas. Y siempre, siempre, había una que le guiñaba un ojo y era su abuelo Pepe que le cantaba una canción de cuna. Como antes de que se fuera al cielo. Como cuando Jerónimo era chiquito y el abuelo lo abrazaba fuerte, fuerte y lo tiraba hacia el cielo una y otra y otra más. Y se reían. Y después le compraba caramelos y le contaba cuentos.

Cómo lo extrañaba! Pero sabía que estaba en el cielo, y desde allí lo abrazaba siempre que él lo necesitaba.
Cómo no iba a asomarse a mirarlo todas las veces que tenía ganas!

Por eso, cuando esa mañana se despertó y no vio el rayito de sol a través de las cortinas, pensó que estaba nublado.
Pero, cuando se asomó y se encontró con una pared enorme, enormeeee que ocupaba toda su ventana, se preocupó de verdad. Dónde estaba el cielo? No lo veía!

Y fue cuando salió corriendo de su cuarto y gritando: -¡Mamá, el cielo no está más! Me robaron el cielo, mamá… y empezó a llorar.
La mamá, que no entendía nada, primero lo consoló (o lo intentó) y luego se enojó… poquito primero, mucho después.

Jerónimo se fue a su cuarto cabizbajo.
Qué iba a hacer sin su cielo? Cómo iba a mirar las estrellas donde estaba el abuelo Pepe? Cómo iba a saber si llovía o había sol?

Cuando hacía un año la casa de al lado apareció con un cartel de “se vende”, Jerónimo se acordó que su papá le dijo a su mamá que lo preocupaba: -Mirá si nos hacen un edificio al lado – le dijo. Y Jerónimo se acordaba. Su mamá le contestó: - No creo! Y ahí terminó todo.
Pero al tiempo, había pasado bastante, delante del cartel apareció el mensaje muy grande y en letras negras: “VENDIDO”.
Jerónimo lo pudo leer (estaba aprendiendo) y se emocionó. Pensó en los vecinos nuevos: si venían amigos lo iba a pasar re bien.

Pero esta vez, la conversación en la mesa fue un poco más larga. Papá le dijo a mamá: - Sigo preocupado. Viste que se vendió la casa de al lado? Es una posibilidad cierta que construyan un edificio. Te diste cuenta cómo están poblando la ciudad? La verdad es que no entiendo donde pueden meter a tanta gente… pero evidentemente la meten.
A lo que mamá le contestó:
- Bueno, pongamos el departamento en venta y listo. Buscamos otra cosa.
A Jerónimo no le gustó nada la idea de mudarse. No era tan fácil: y mis juguetes? Y mis amigos? Y mi cama? Y mi cielo? – pensó.
Y se lo dijo a sus papás. Le respondieron que no se preocupara. Que los juguetes y la cama la llevarían.
- Pero y mi cielo? – les preguntó otra vez. Lo miraron con cara de nada, como hacen los adultos cuando quieren finalizar el tema. Y se terminó.

Al principio Jerónimo estaba preocupado. Pero después se fue olvidando.
No supo si su mamá y su papá hicieron algo al respecto: él no se enteró. No había cartel de “se vende” y nadie vino a ver la casa.

Al lado del departamento, un día se despertó y encontró el terreno vacío. A la semana, empezaron a aparecer muchas hormigas-personas-obreros. De repente, un día había muchos, pero al día siguiente había muchos más.

La cara del papá seguía seria. Y notaba que cuchicheaba con la mamá.

Hasta que Jerónimo ya no encontró su cielo, y en su lugar había una pared gris y aburrida que lo miraba fijo.
¿Y qué iba a hacer ahora?
Por más que estiraba el cuello, el cielo no se veía. Entonces pensó, aunque su mamá no lo dejaba mucho, en abrir el vidrio. Enojado y con bronca, sacó la cabeza y miró para arriba. Y allí estaba!! Sí, allí estaba!!
Chiquito, diminuto, mucho más pequeño que antes, pero veía un pedacito de cielo.

Un pedacitito….

Escuchó que su mamá decía:
-         ¡Qué tristeza, Buenos Aires! Cómo te están llenando de cemento!

Y a Jerónimo, un nene de cinco años, una lágrima le resbaló por la mejilla.
(Eliana Dell Era)



lunes, 14 de julio de 2014

Pasaje Europa

Uno de los tantos secretos de Buenos Aires...

Pasaje Europa - Avda. Montes de Oca 253/57 


 

viernes, 13 de junio de 2014

Palermo por Borges...

Fundación mítica de Buenos Aires (fragmento) Jorge Luis Borges
 
“Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
                                                         La juzgo tan eterna como el agua y el aire.” 



La primera fundación de Buenos Aires fue en 1536 por Pedro de Mendoza. No se sabe bien dónde se emplazó el fuerte porteño por aquellos tiempos: si en el Parque Lezama, la Vuelta de Rocha, la Plaza San Martín o el Parque Patricios. Pero para 1541 los querandíes habían desarmado la incursión española. En 1580 Juan de Garay insistió con lo de la fundación: esta vez el fuerte estaría en Plaza de Mayo, hoy corazón político de la Ciudad y del país.
En su poemario Cuaderno de San Martín, de 1929, Jorge Luis Borges refunda la Ciudad que, por un par de estrofas, nació en Palermo. En la génesis que el escritor inventó, la Ciudad había nacido nada menos que donde él creció: a principios del siglo XX, su familia era dueña de tres lotes contiguos que formaban una sola vivienda sobre la calle Serrano. Allí Borges pasó su infancia y parte de su adolescencia, entre 1901 y 1914, cuando en Palermo había más cuchilleros que tiendas de diseño.
Y aunque al final de su poema “Fundación mítica de Buenos Aires” Borges prefiere que la Ciudad sea eterna, sin principio ni final, narra que algo quedará: hay señales de que en esa manzana estuvo su vida y también su obra. La más visible: desde la Plaza Cortázar  hasta Plaza Italia, la calle Serrano pasó a llamarse hace años Jorge Luis Borges. Justamente en la esquina de Borges y Guatemala, una placa municipal interrumpe la decoración de un restorán y reproduce versos de su poema. En Borges 2135, donde hoy hay una peluquería, hay también un cartel que dice que allí vivió el escritor.
Un poco más cerca de Paraguay, al 2145 de Borges, está el café El Aleph del Soho. Además de una antigua edición de Ficciones, una de 1946 de El gran Gatsby, un primer tomo de La Divina comedia y una foto del escritor, en el café hay un cuadro que reproduce la escritura de 1938 a través de la cual la familia De Luca compró uno de los tres lotes a Borges, su madre y su hermana: Juan José De Luca, dueño del bar e hijo del arquitecto que en 1942 inauguró un edificio de cinco pisos en ese terreno, muestra los papeles amarillentos. Ahí están doña Leonor Acevedo de Borges, doña Leonor Fanny Borges y don Jorge Francisco Isidoro Luis Borges.
En esa Ciudad virtual donde Palermo es casco histórico, las grandes manifestaciones políticas llegarían por Sarmiento, Las Heras y Santa Fe hasta Plaza Italia, y el invernadero de hierro y cristal del Jardín Botánico podría ser la Casa de Gobierno más transparente del mundo...



(fuente nota en Clarín "La ciudad que Borges fundó en Palermo).


martes, 11 de febrero de 2014

Decidí triunfar

Y así, después de esperar tanto, un día como cualquier otro decidí triunfar...
Decidí no esperar a las oportunidades, sino yo mismo buscarlas...
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Decidí ver cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.

Walt Disney (Infobae)

martes, 14 de enero de 2014

Edificio de la Asociación de Fútbol Argentino


El edificio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se encuentra ubicado en Viamonte 1372, cerca del Palacio de Justicia y del Teatro Colón.
Se distinguió a su edificio por ser "un claro ejemplo de la arquitectura de estilo racionalista, construido en 1941, que ha mantenido su carácter interior y exterior hasta el presente".