Fundación mítica de Buenos Aires (fragmento) Jorge Luis Borges
  
“Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.
Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
…
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.
…
A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.”
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.”
La primera fundación de Buenos Aires fue en 1536 por Pedro de Mendoza. No se sabe bien dónde se emplazó el fuerte 
porteño por aquellos tiempos: si en el Parque Lezama, la Vuelta de 
Rocha, la Plaza San Martín o el Parque Patricios. Pero para 1541 los 
querandíes habían desarmado la incursión española. En 1580 
Juan de Garay insistió con lo de la fundación: esta vez el fuerte 
estaría en Plaza de Mayo, hoy corazón político de la Ciudad y del país. 
En su poemario Cuaderno de San Martín, de 1929, Jorge Luis Borges
 refunda la Ciudad que, por un par de estrofas, nació en Palermo. En la génesis 
que el escritor inventó, la Ciudad había nacido nada menos que donde él 
creció: a principios del siglo XX, su familia era dueña de tres lotes 
contiguos que formaban una sola vivienda sobre
 la calle Serrano. Allí Borges pasó su infancia y parte de su 
adolescencia, entre 1901 y 1914, cuando en Palermo había más cuchilleros
 que tiendas de diseño.
Y aunque al final de su poema “Fundación 
mítica de Buenos Aires” Borges prefiere que la Ciudad sea eterna, sin 
principio ni final, narra que algo quedará: hay señales de que 
en esa manzana estuvo su vida y también su obra. La más visible: desde 
la Plaza Cortázar  hasta Plaza Italia, la calle Serrano 
pasó a llamarse hace años Jorge Luis Borges. Justamente en la esquina de
 Borges y Guatemala, una placa municipal interrumpe la decoración de un 
restorán y reproduce versos de su poema. En Borges 
2135, donde hoy hay una peluquería, hay también un cartel que dice que 
allí vivió el escritor.
Un poco más cerca de Paraguay, al 2145 de 
Borges, está el café El Aleph del Soho. Además de una antigua edición de
 Ficciones, una de 1946 de El gran Gatsby, un primer tomo de La Divina 
comedia y una foto del escritor, en el café 
hay un cuadro que reproduce la escritura de 1938 a través de la cual la 
familia De Luca compró uno de los tres lotes a Borges, su madre y su 
hermana: Juan José De Luca, dueño del bar e hijo del arquitecto que en 
1942 inauguró un edificio de cinco pisos en ese terreno, muestra los 
papeles amarillentos. Ahí están doña Leonor Acevedo de Borges, doña 
Leonor Fanny Borges y don Jorge Francisco Isidoro Luis Borges.
En
 esa Ciudad virtual donde Palermo es casco histórico, las grandes 
manifestaciones políticas llegarían por Sarmiento, Las Heras y Santa Fe 
hasta Plaza Italia, y el invernadero de hierro y cristal del Jardín 
Botánico podría ser la Casa de Gobierno más transparente del mundo... 

 
 

 
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